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Otra empresa es posible. Los emprendedores sociales

En un momento en el que, a pesar de la actual situación económica, los programas de responsabilidad social corporativa siguen siendo la piedra angular para un gran número de empresas, comienza, además, a proliferar una fórmula cuyo origen, razón de ser y propósito fundamental parece girar sobre la propia responsabilidad.


Hablamos de los emprendedores sociales que, según explican desde Ashoka, la red mundial que los aglutina, «poseen dos atributos sobresalientes: una idea innovadora que produzca un cambio social significativo y una visión emprendedora a la hora de realizar sus proyectos. Son individuos que poseen la visión, la creatividad y la determinación tradicionalmente asociadas a los emprendedores de negocios, pero su motivación es la de generar un cambio social profundo y duradero y no el beneficio económico».

Para Antoni Ballabriga, director de Responsabilidad Corporativa de BBVA, «es cierto que lo que mueve al emprendedor social es la creación de valor social y eso impregna todas sus actividades, pero no lo vemos como la máxima expresión de la responsabilidad. Creo que son planos distintos. El emprendimiento social es una forma más de expresión de este compromiso pero con un poder de contagio e inspiración enormes».

El concepto de emprendimiento social se enmarca, a su vez, en el de la innovación, un ámbito en el que España se encuentra en una situación de desventaja frente a sus vecinos europeos. Así, desde Ashoka, que ha seleccionado a más de 2.500 emprendedores en 70 países desde su fundación, en 1980, afirman que «en el campo de la innovación, España se sitúa a la cola en Europa -en el puesto 12 según el Índice de Potencial Innovador Altran 2010- y es precisamente en la relación entre la innovación y el espíritu emprendedor donde España tiene peores marcas».

Precisamente en este contexto surge Momemtum Project, una iniciativa conjunta de BBVA y ESADE cuyos objetivos son «desarrollar un programa para que los emprendimientos sociales más prometedores en España se consoliden, crezcan y escalen su impacto, así como atraer talento, experiencia y conocimiento en todos los niveles».

Los responsables de este proyecto definen a los emprendedores sociales como «organizaciones que reconocen un problema social y que son capaces de crear, gestionar y desarrollar un proyecto empresarial para provocar un cambio social». A medida que este proyecto empresarial crece, el beneficio social se multiplica.

Hasta el 18 de marzo está abierta la convocatoria de selección de las diez mejores iniciativas de emprendimiento social que participarán en Momemtun Project. Tras ser elegido, el emprendedor llevará a cabo un programa de formación especializado a cargo de ESADE y contará con el apoyo de un equipo de mentores.

Todo el programa, centrado también en la captación de financiación y la implantación del proyecto, está valorado en más de 50.000 euros por cada una de las diez iniciativas seleccionadas.

Vocación internacional

Momentum Project se enmarca en un programa que BBVA va a desarrollar en el ámbito del emprendimiento social en todos los países en los que la entidad está presente. Además, a lo largo de 2011, se pondrán en marcha varias experiencias piloto en Argentina, Colombia, México, Perú y Venezuela, así como un programa de apoyo a jóvenes emprendedores de la mano de la propia Ashoka y otras entidades locales, en el que está previsto que participen este año unos 2.500 jóvenes.

El Global Social Benefit Incubator de la Universidad de Santa Clara, en Estados Unidos, es el modelo seguido para la creación de Momemtun Project. GSBI trabaja con emprendedores sociales para impulsar sus organizaciones y para superar las barreras que puedan dificultar su desarrollo y consolidación. Desde 2003, 121 empresas sociales han participado en este programa. Y es que Estados Unidos representa la vanguardia en emprendimiento social, como demuestran las cifras de B LAB, firma independiente dedicada a la certificación de este tipo de iniciativas. Así, en 2009 tenía identificados 30.000 emprendedores sociales, con una facturación anual de prácticamente 40.000 millones de dólares.

El pasado 1 de febrero, Ashoka presentó a los emprendedores sociales seleccionados en 2010, y que han sido invitados a participar en la red de la asociación. Se trata de Raúl Robert, Merche García Villatoro y Martín Ascacíbar, respectivamente. El primero de ellos ha puesto en marcha un modelo accesible de vivienda que trata de frenar la especulación, en tanto que Villatoro trabaja en la expansión de un modelo de formación que complemente el sistema educativo formal. Ascacíbar, por su parte, desarrolla un innovador modelo de negocio, en el sector de la utilización de biomasa para la producción de calor.

La pregunta es cómo alcanzar la viabilidad de este tipo de proyectos en un momento tan complejo como el actual. Para Alfred Vernis, director ejecutivo del Campus ESADE, «las empresas que buscan la creación de valor económico y valor social tardan más tiempo en conseguir la sostenibilidad económica a través del mercado. Primero, porque las personas que las crean ponen normalmente más énfasis en la creación de valor social, y dejan el económico en segundo término. Segundo, porque los emprendedores no tienen muchos conocimientos de gestión y del funcionamiento del mercado. Esto hace que la viabilidad económica tarde más en llegar». No obstante, como en cualquier otra empresa, «la viabilidad económica la consiguen vendiendo productos y servicios de calidad», añade Vernis.

Adaptación

Otra de las claves es la capacidad de adaptación de estas empresas al actual marco económico. Para Vernis «son empresas muy cercanas al territorio, con mucha capacidad de innovación y de adaptación a diferentes contextos. La crisis les ha golpeado como a todas las empresas; algunas tienen más capacidad de resistir, otras están sufriendo dificultades. Ahora bien, estos emprendedores sociales, generando innovación a través del mercado, ofrecen oportunidades muy interesantes a personas emprendedoras en diferentes ámbitos».

Pero este fenómeno no es nuevo. Un ejemplo de emprendimiento social plenamente consolidado es Teixidors, que, desde su fundación, en 1983, opera como una cooperativa textil con una clara vocación social orientada a lograr la independencia económica y la integración de personas con dificultades de aprendizaje. Para los responsables de Teixidors, «la sostenibilidad no es sólo una cuestión medioambiental, es un concepto global que engloba cuestiones sociales, como la plena integración de las personas o la apuesta por un consumo responsable». Vía: Las Provincias

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