de díscolos a imprescindibles
En los últimos tiempos las convocatorias y premios para emprendedores se multiplican. La figura del nuevo empresario ha pasado de ocupar un espacio minoritario y marginal, destinado a creativos geniales o díscolos molestos, a convertirse en una pieza fundamental de la rentabilidad de las empresas.
Los emprendedores eran, hasta hace algunos años, los que chirriaban en el conjunto de la organización, casi diríamos que díscolos o molestos, menos acompasados que los demás y necesitaban un tratamiento distinto; con un punto quizás de genialidad difícil de compaginar dentro de las organizaciones. Eso ya no es así y cualquiera de nuestros empleados puede y debe hoy en día comportarse como un empresario dentro de su puesto de trabajo.Los departamentos de recursos humanos tienen la responsabilidad de crear entornos de trabajo donde este perfil -una de las claves de nuestra Innovación- encuentre el espacio y ambiente de trabajo adecuados para desarrollar su potencial y ejercer su influencia en la organización. Los directivos debemos definir una estrategia e instrumentar políticas y planes de acción para fomentar una cultura y ambientes emprendedores que faciliten iniciativas y proyectos concretos con un impacto significativo en los resultados de la empresa; de este modo, los emprendedores serán nuestros empleados más rentables.RasgosSi profundizamos en ese empleado que mencionábamos como incómodo hasta hace algún tiempo, encontramos algunos rasgos comunes a todos ellos muy positivos: es el que considera que la empresa es suya, el anti “burócrata”; el que prefiere equivocarse y aprender del error que no arriesgar y no obtener ningún resultado; es el creativo e innovador que no se encoge ante el riesgo; el que tiene una actitud abierta y participativa en los grupos de trabajo y pone competencia y también ilusión en su responsabilidad. En general, encontramos este perfil en un momento de madurez en la carrera profesional.Pero este personaje emprendedor no podrá nunca conseguir resultados para él o su empresa si se encuentra en una organización anquilosada por la jerarquía y el organigrama. Necesitamos equipos directivos creativos, que valoren riesgos, detecten las nuevas oportunidades de negocio y actúen con decisión aunque eso suponga transgredir en ocasiones la organización formalmente establecida.Desde la dirección se deben asumir los retos de un mercado cada vez más global y competitivo, donde el talento combinado con la tecnología, la innovación y los emprendedores son tres factores clave para tener éxito. Una empresa excesivamente formal y burocratizada no va a ser capaz de afrontar dichos retos y estará condenada a la decadencia.En ese sentido, necesitamos cambios para gestionar el talento emprendedor de un modo distinto al convencional. Por eso, las herramientas que permitan medir el capital humano emprendedor son fundamentales.Éstas, como la que desde el Club Excelencia en Gestión hemos desarrollado, permiten comparar el talento emprendedor con los demás y definir estrategias y planes de acción para fomentar los equipos emprendedores. Así se logra medir su impacto en los resultados del negocio, e implementar políticas y prácticas de gestión orientadas a atraer, desarrollar y retener este capital humano, clave para garantizar el futuro de las empresas.
Los emprendedores eran, hasta hace algunos años, los que chirriaban en el conjunto de la organización, casi diríamos que díscolos o molestos, menos acompasados que los demás y necesitaban un tratamiento distinto; con un punto quizás de genialidad difícil de compaginar dentro de las organizaciones. Eso ya no es así y cualquiera de nuestros empleados puede y debe hoy en día comportarse como un empresario dentro de su puesto de trabajo.Los departamentos de recursos humanos tienen la responsabilidad de crear entornos de trabajo donde este perfil -una de las claves de nuestra Innovación- encuentre el espacio y ambiente de trabajo adecuados para desarrollar su potencial y ejercer su influencia en la organización. Los directivos debemos definir una estrategia e instrumentar políticas y planes de acción para fomentar una cultura y ambientes emprendedores que faciliten iniciativas y proyectos concretos con un impacto significativo en los resultados de la empresa; de este modo, los emprendedores serán nuestros empleados más rentables.RasgosSi profundizamos en ese empleado que mencionábamos como incómodo hasta hace algún tiempo, encontramos algunos rasgos comunes a todos ellos muy positivos: es el que considera que la empresa es suya, el anti “burócrata”; el que prefiere equivocarse y aprender del error que no arriesgar y no obtener ningún resultado; es el creativo e innovador que no se encoge ante el riesgo; el que tiene una actitud abierta y participativa en los grupos de trabajo y pone competencia y también ilusión en su responsabilidad. En general, encontramos este perfil en un momento de madurez en la carrera profesional.Pero este personaje emprendedor no podrá nunca conseguir resultados para él o su empresa si se encuentra en una organización anquilosada por la jerarquía y el organigrama. Necesitamos equipos directivos creativos, que valoren riesgos, detecten las nuevas oportunidades de negocio y actúen con decisión aunque eso suponga transgredir en ocasiones la organización formalmente establecida.Desde la dirección se deben asumir los retos de un mercado cada vez más global y competitivo, donde el talento combinado con la tecnología, la innovación y los emprendedores son tres factores clave para tener éxito. Una empresa excesivamente formal y burocratizada no va a ser capaz de afrontar dichos retos y estará condenada a la decadencia.En ese sentido, necesitamos cambios para gestionar el talento emprendedor de un modo distinto al convencional. Por eso, las herramientas que permitan medir el capital humano emprendedor son fundamentales.Éstas, como la que desde el Club Excelencia en Gestión hemos desarrollado, permiten comparar el talento emprendedor con los demás y definir estrategias y planes de acción para fomentar los equipos emprendedores. Así se logra medir su impacto en los resultados del negocio, e implementar políticas y prácticas de gestión orientadas a atraer, desarrollar y retener este capital humano, clave para garantizar el futuro de las empresas.
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