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Los ocho tipos de emprendedores

Según una  clasificación del BBVA, cada uno de los 8 tipos de emprendedor  se define a través de unas fortalezas que van de la mano de unos inconvenientes dependiendo de su forma de actuar.

El visionario

Este tipo de emprendores se caracterizan por versatilidad y atrevimiento en cualquier tipo de entorno, tomando impulso gracias a su vocación y pasión, algo que les hace convertirse en personas mucho más persuasivas destacando su capacidad comunicativa, sin temor al riesgo que conlleve la puesta en marcha de cualquier tipo de proyecto.

Pero no todos son ventajas, pues ese atrevimiento les lleva a no cesar en su propósito de emprender y les convierte en poco constantes en sus propósitos, debido a que cambian con frecuencia de objetivo.

Emprendedor por necesidad

La insatisfacción por su situación personal o profesional les convierte en personas que deciden buscar nuevas experiencias empresariales. Esta necesidad les hace ser trabajadores constantes y tenaces capaces de buscar de cualquier modo la forma de salir adelante con éxito.

Pero sin embargo, tienen dificultades a la hora de definir su rumbo en el mundo de los negocios, la actividad emprendedora les elige a ellos y no al contrario, por lo que necesitan desarrollar un poco la personalidad empresarial. Suelen ser más proclives al desaliento por cualquier revés, sobre todo económico, pero no cesan en su busca del éxito.

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El inversionista

Parece que las crisis no les afectan y suele salir indemne de cualquier mala situación económica. Es decido a la hora de tomar su capital e invertirlo en la creación de un negocio con el fin de buscar la rentabilidad de ese dinero a toda costa.

Les lastra su aversión al riesgo para no poner su capital en peligro, lo que puede suponer la paralización de los proyectos, pues se caracterizan por no intervenir en el devenir diario del negocio. Cuando las cosas se tuercen y la intención de este tipo de emprendedores es la rentabilidad, es rara la vez que continúan con la inversión y lo normal es que muestren reticencia a arriesgar su patrimonio.

El cazador de oportunidades

Está en el sitio correcto en el momento adecuado gracias a su capacidad para analizar la situación y detectar dónde se hacen las cosas de forma poco práctica. Son minuciosos con las formas y los modos y acostumbran a sacar conclusiones insospechadas.

Por contra, su excesivo análisis de la situación puede hacer de ellos empresarios muy fríos y a veces poco implicados con el negocio, más encargados de verlo desde fuera para poder percatarse de todo lo que pasa, por lo que carecen de habilidades comunicativas y don de gentes.

Emprendedor por azar

No tienen definida su vocación emprendedora ni se plantean la posibilidad de poner en marcha un proyecto, pero sin embargo se ven inmersos dentro de la aventura. Son muchos los empresarios consolidados que afirman que sus comienzos fueron casuales, caracterizándose por su adaptación a la situación y a los cambios, sacando partido de los posibles contratiempos.

Sin embargo, esta forma azarosa de éxito puede llevarles a distanciarse de día a día de la empresa por esa relación con la fortuna que piensan les ampara siempre. Les conviene racionalizar un poco el proceso empresarial.

El especialista

Están capacitados de forma innata para detectar los errores y sacar partido de ellos cambiando el rumbo de la situación y haciéndola beneficiosa para la empresa. a través de nuevas ideas. Pueden correr el riesgo del individualismo marcado por un afán de protagonismo, por lo que su éxito va de la mano de la cooperación con el resto.

El problema viene dado por desligarse habitualmente de la coordinación interdepartamental, centrándose solamente en el ámbito en el que destacan y dejando de lado los demás, por lo que puede verse afectado por una disminución del mercado concreto al que dedican su tiempo y, por consiguiente, ver mermado su negocio.

El persuasivo

Su insistencia y buen hacer les ha permitido ganarse un prestigio sólido en un sector determinado que les avala en su actividad emprendedora, principalmente en el ámbito de empresas pequeñas y especializadas. Creen en lo que hacen y en su propia capacidad para llevarlo a cabo con una fe inquebrantable y perseverancia, dando de lado constantemente al desaliento.

Puede aparecer la problemática cuando es el individuo el que centra la atención del público y no la empresa, por lo que cualquier cambio en la imagen del emprendedor repercutirá directamente en la imagen del negocio.

El intuitivo

No divaga, es directo y se deja llevar por la intuición. Su fuerte personalidad le supone suficiente impulso para emprender, independientemente del contexto en el que se encuentre. Se dejan la vida por su proyecto, entregándose a la actividad y poniendo todo de su parte para que la empresa fructifique. Tienen gran capacidad de asumir riesgos y acostumbran a escuchar a los que le rodean.

Sin embargo, pecan en su propia virtud intuitiva. La excesiva pasión con la que siguen adelante pese a las malas circunstancias puede sembrar serias dudas entre sus compañeros, trabajadores o colaboradores, lo que se traduce en un miedo creciente al fracaso.

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