Libro seleccionado. Muy interesante:

Emprendedores por pelotas


Aglutinan todos los tópicos de la etiqueta del emprendedor. Ese «tenemos que montar algo» en una noche de copas, el decisivo paso de dejar un trabajo estable por una idea, un 'pelotazo' de lo más original en sus inicios, ir a su oficina en bermudas y con raqueta... Muy de película. «Y nosotros también empezamos en un garaje, como los grandes». Los cántabros Julio Astarloa y Carlos Villegas tienen una empresa y una historia. Son los impulsores de un programa informático diseñado, en principio, para reservar una pista para jugar al pádel y que ahora se encarga de la gestión de derecha a izquierda de más de cien clubes deportivos de toda España. Hasta el número de coches que hay en el aparcamiento está controlado a través de su herramienta. Pero es que ellos fueron, por ejemplo, de los primeros en introducir en España aquello de «bájate al móvil la última de Bisbal». Politonos, logos... Alguno hasta lo grabó Julio en aquel garaje que fue su primera oficina.
«Éramos amigos de la misma pandilla. Una noche que fuimos de cena después de jugar un partido nos quedamos tomando una copa por Liérganes y empezamos a soltar ideas...». El arranque. Uno era técnico y el otro, comercial. «Las dos patas para saber hacer y saber vender». Ambos tenían trabajo. «Decidimos alquilar una oficina detrás de la antigua cárcel de la calle Alta, en unos garajes que hay por allí y empezamos por lo que despuntaba por entonces». En el 2000, lo de tener una web era moderno. A eso se pusieron en sus ratos libres hasta que una revista americana cayó en sus manos. «Vimos un anuncio. Si llamabas a un teléfono, salía una locución y, marcando un código, te bajabas un logo...». En los dibujos animados a esta escena le acompañaría una bombilla. Idea.
Y resultó brillante. Sobre todo, cuando Naím, uno de los cantantes de la primera edición de Operación Triunfo, les llamó por teléfono interesándose. Ellos ponían anuncios por palabras en la prensa, revistas... Pero el 'boom' del programa les dio 'mucho juego'. «Lo del Ave María de Bisbal fue espectacular...». De hecho, aún recuerdan las galas finales. Se marchaban a San Vicente de la Barquera para repartir publicidad. La cara de Bustamante, las canciones... Hasta un logo con el puente del pueblo. Pero las grandes empresas y las discográficas se percataron del negocio. Entre las restricciones de derechos y la imposibilidad de competir en la promoción, acabaron fuera del mercado.
La idea y el desarrollo
Fue un primer paso y el momento de decidir. Seguir en serio (aún tenían otros trabajos) o dejarlo. Era cuestión de encontrar una idea y la bombilla volvió a aparecer. Jugaban al pádel y se encontraban con los problemas típicos. «Llamabas para reservar pista y no te cogían, no quedaban, te faltaba un compañero...». Julio dejó su trabajo y empezó a construir 'centroreservas.com'. Cuando lo tuvo terminado, Carlos dejó también su empleo. «Era el primer sistema en España y creo que en el mundo para hacer reservas. Pero no sólo por Internet, también por SMS y a través de un 902. La tecnología de entonces». Permitía reservar pistas y también servicios (hora con el fisio, clase de aerobic...).
A partir de ahí, el crecimiento. El 'programita' fue ampliándose. «Lo convertimos en un programa de gestión de instalaciones deportivas. Los servicios, los socios, las facturas, las tareas de administración...». Además, le añadieron un servicio -'Quiero jugar'- que pone en contacto a jugadores para cerrar partidos. Una red social que aporta el gusanillo de estadísticas de juego, posibilidades de 'retar'... Entre una cosa y otra, ahora hay más de cien clubes por todo el país que les han contratado y cierran entre 5.000 y 6.000 partidos al mes con su sistema. Lo último, una aplicación para los teléfonos móviles -también pionera en España- y el software para terminales táctiles en las propias instalaciones. Y lo siguiente, el desarrollo de una 'pista inteligente' y el desembarco internacional. Ya tienen su primer cliente extranjero (un club de Londres) y están preparando su infraestructura para dar el salto. «Ahora somos seis. Hemos creado cuatro empleos ya en tiempos de crisis, además de los nuestros».
«Nos ha ido bien», dicen desde su oficina en el edificio 3.000 del Parque Tecnológico de Santander. Los dos, en bermudas y con chancletas. «Pero nos ponemos corbata si hay que ir a ver a algún cliente». 
Fuente: Diario montañés

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